EL AMOR  NO  REQUIERE  QUE  DOS   PERSONAS  SE  MIREN  ENTRE  SÍ.   PERO  SI,   QUE  MIREN JUNTOS  EN  LA MISMA DIRECCIÓN.

A. de Saint-Exupéry

 

   

 

"UN ENCUENTRO EN LA TERCERA FASE"
 
por  Travófilo

 

Mi fascinación por las travestís se remonta a épocas tempranas de mi vida. Desde siempre me han gustado las mujeres y a ellas las he considerado como tales; de una clase algo diferente, con un importante componente de morbo sexual y con una feminidad mucho más acentuada que me siguen seduciendo, pero mujeres, al fin y al cabo. Sin embargo, con el tiempo he aprendido a apreciar mucho más que eso en ellas. Por ello, podría decir que dicha fascinación, desde que hizo su aparición, se ha manifestado en tres  fases bien diferenciadas:

1ª fase: Son  maricones

En un primer momento, concebí aquella atracción hacia ellas como “pecado”, como algo prohibido, como una “desviación” absurda que se me pasaría con el tiempo.

La sociedad, siempre cruel, se burlaba de ellas y las ridiculizaba, alegando que simplemente eran unos “maricones”. Aunque nunca tales mofas me hicieron gracia alguna y jamás hice seguidismo de las carcajadas habituales, agaché la cabeza y seguí mi camino en silencio.

2ª fase: Son “freaks”.

Más adelante, comprobé que aquel magnetismo que sentía por ellas había permanecido muy firme dentro de mí. Lo había enterrado, pero en cuanto escarbé un poco, volvió a salir a la luz y me hizo sentir culpable.

Al fin y al cabo, la sociedad en aquel momento comenzaba una lenta y progresiva aceptación del mundo gay. Sin embargo, las travestís quedaban como los frívolos y banales “freaks” del movimiento. Mi temor a ser considerado otro “freak” por mi interés por ellas hizo que huyera corriendo sin mirar atrás.

3ª fase: Son personas.

El proceso fue lento, pero sostenido, y llegó el día en que me cansé de ser un cobarde. Comencé a rebelarme. Di un paso al frente y me dije: “Voy a conocerlas y a opinar por mí mismo”. Y entonces pude comprobar todos los estereotipos que hay creados a su alrededor. Entre eso y su escasa unión como colectivo no logran ser respetadas como se merecen. Muchas ideas que tenía preconcebidas por las influencias sociales cayeron por su propio peso. Unas eran homosexuales; otras, bisexuales; algunas, heterosexuales, fetichistas; incluso unas cuantas preparaban su transición a mujer empezando a acercarse así a su ideal femenino. ¿Y qué más dan sus preferencias sexuales? Es reducir todo a un tema que sólo es un elemento más de lo que ellas sienten, de lo que ellas son.

No son maricones. No son “freaks”. Son personas. Personas con sentimientos que no perjudican a nadie con su forma de ser, con su sentir íntimo, y que aún hoy, a las alturas que estamos, se ven excluidas por la sociedad en un “ghetto” aparte. Si yo he sentido miedo al rechazo social por el simple hecho de que ellas me gusten, ¿qué pueden sentir ellas?

Por ello me rebelo contra la sociedad. Ya no voy a dejar que me manipule a su antojo y seguiré intentando soltar el lastre de tantos años de intimidación, de cobardía, de la que me avergüenzo. Ellas son un símbolo, un reducto de libertad que admiro y que todos, empezando por ellas mismas, debemos fomentar y respetar.

Pues sí, me gustan, me atraen, me fascinan las travestís. ¿Y qué?

 






 

 
Crat
email
Grupo de Yahoo

Chat

email
Grupo de Yahoo
 
web actualizada el